Ingenio

viernes, 31 de agosto de 2012

                         Gumersindo Meiriño: El sueño de un extraterrestre
El otro día tuve un sueño extraño. Era un extraterrestre que viajaba a la tierra y observaba desde mi cápsula espacial lo que hacían los humanos. Ellos no podían verme ni escucharme con lo cual me movía entre ellos a mi antojo.



Como extraterrestre observaba las actuaciones humanas. Vi un lugar cerrado donde unos hombres se pasaban una bola de muchos colores. A uno de ellos de raza negra le pasaban muchas veces la bola de colores, él la tiraba y la metía en un aro con una red. La gente que llenaba el recinto gritaba, se levantaba de los asientos, aplaudía. Estaban muy exaltados. Todos abrazaban al hombre que metía la pelota en el aro.
Luego vi otro recinto, este mucho más grande, abierto al cielo, donde unos hombres rodeados de decenas de miles de personas gritaban desaforadas. Los que estaban dentro del recinto sobre una alfombra verde corrían detrás de una bola de colores a la que golpeaban con los pies. En dos lugares opuestos había tres palos con una red. Unos hombres vestían de un color blanco y otros de un color rojo. Uno de ellos le dio una patada muy fuerte a la bola de colores, ésta se introdujo entre los tres palos y se coló dentro de la red. La gente gritaba enfervorecida, saltaba, como si fuera algo insólito. Bueno, no todos, otros se pusieron serios, tristes y dejaron de cantar, en cuanto vieron que la bola de colores había entrado entre los tres palos.
Me cansé del ruido y decidí buscar lugares más tranquilos. Llegué a un pueblo de montaña. Un hombre acompañado de tres jovencitos trabajaba en una finca llena de frutales. Llegaron a la mañana temprano. Hablaban tranquilos, reían, charlaban, mientras cavaban, roturaban, cosechaban. Cada media hora aparecía una mujer con un jarro de agua fresca que los hombres compartían, aprovechaban para descansar, se reían, hablaban y seguían con su labor. Vi como el padre enseñaba a sus hijos a hacer los injertos, cómo les mostraba cuáles eran las mejores semillas para la plantar en la siguiente cosecha.
A la noche entré en la casa. Además de los cuatro hombres una mujer servía la mesa y otras dos jovencitas le ayudaban, mientras cenaban. Se reían alegres, serenos. Pero, ¡qué extraño! nadie aplaudió, nadie gritó...
De repente, escuché un chillido que decía, ¡gooooooooooool! Me desperté aturdido. Encendí la luz. Era noche cerrada. Volvía a apagar la luz mientras pensaba qué querría decir aquel sueño tan extraño. Imaginé que si fuera extraterrestre, tuviese una vida humana, ¿cuál hubiese elegido?
Después de todo solo fue un sueño, el sueño de un extraterrestre.
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